MUJERES DEL AGUA

 

El agua elemento vinculado con lo femenino, hace referencia a la fertilidad, la transformación, la purificación, la vida, entre otras cualidades como la plasticidad y el placer; y en su polaridad negativa puede representar también la inestabilidad, la inseguridad y el miedo, según las artistas creadoras de la obra Marina a caudales, pieza de danza contemporánea, que surge de un proceso de investigación-acción-reflexión-transformación.

Se trata de un trabajo de creación colectiva, dirigida por Yumi Tapia; Tania Carafa, Carmen Collazos y Adriana Iturralde, intérpretes y co-creadoras de la obra que cierra su temporada y gira con dos presentaciones: la primera, en el Teatro Nuna el jueves 22 de junio a las 19:30; y en Cochabamba, el sábado 24 en el Instituto Eduardo Laredo, a las 18:30.

Con esta obra, las creadoras buscan representar “la unidad comunitaria”, como “una exploración metafísica dada a través de un gran cuerpo de agua compuesto por todo lo que fluye en ella”.  Una complicidad que comparten las cuatro mujeres, es su otra identidad, la de sanadoras y terapeutas que trabajan con el cuerpo a través de la danza, el yoga, y otras técnicas. La intención subyacente de Marina a caudales, es también promover procesos de reflexión – sanación, a través de un encuentro/taller que sigue a la obra, al que invitan a todas las personas que deseen inscribirse a la actividad para tener la experiencia.

Lo femenino en su vínculo con el agua, en el imaginario colectivo

Figuras de diosas mitológicas relacionadas con las aguas, lagos, ríos, fuentes de agua, mares, manantiales y la lluvia, son en la mayoría de las culturas figuras femeninas, como Mama qocha en la mitología inca; Chalchiuhtlicue, diosa azteca asociada con el agua y la fertilidad; Yemayá,  diosa caribeña del mar y las aguas saladas; Oshun, deidad proveniente de la religión yoruba cuyos dominios incluyen los ríos y las aguas dulces; Sedna, protectora del mar y de las criaturas marinas en la mitología inuit de las regiones árticas de América del Norte; en Grecia, Aphrodite que se dice que emergió del mar, también es considerada diosa del agua. En las culturas andinas, Huayramama, rige sobre las aguas, según la mitología amazónica, venerada y temida, asociada con la protección y el equilibrio de los ecosistemas acuáticos; Anahí, vinculada con las aguas dulces y los ríos, diosa de la pureza y la limpieza; Saramama, divinidad que controla las aguas subterráneas, según la mitología quechua; sólo por citar algunas.

En Marina a caudales, estas mujeres son de carne y hueso, aunque son también mujeres que encarnan y representan a todas las figuras mitológicas vinculadas al elemento agua, si hablamos del imaginario colectivo que nos envuelve y que está presente en la mayoría de las culturas, donde el agua en su vínculo con las mujeres y lo femenino representa, también, el rol fundamental que las mujeres han tenido históricamente (y aún lo siguen teniendo) en la relación con este elemento vital y con su cuidado.

Desde lo simbólico la energía femenina se vincula con el agua, como capacidad de nutrir y sustentar la vida. La obra trabaja la metáfora de fluidez y transformación, de limpieza, renovación, unión, purificación, a través de este elemento, así como a las aguas internas del cuerpo, la sangre, los fluidos, que circulan permitiendo la renovación, la circulación; el agua, elemento que fluye y cambia constantemente, y por lo tanto, representa también la transformación, la calma, como también la inestabilidad, lo movedizo, generando una serie de emociones y sensaciones que en Marina a caudales se expresa y representa.

Se trata de una propuesta que busca vincular la danza y el movimiento con la experiencia terapéutica, desde fuera de la escena, ya que después de la representación artística, se abre al público un taller para que las personas participantes experimenten ese fluir, a través del cuerpo, en base a la imagen del agua, como elemento generador y motivador.

Esta obra, busca llegar más allá del escenario, a comunidades de mujeres y asociaciones donde se agrupan, es por esa razón que esta obra fue la ganadora del Fondo Apthapi Jopueti, de la Coordinadora de la Mujer, proyecto que fue presentado bajo el nombre “Quiero Fluir”.


 Ficha técnica:

Creación: Colectiva; Bailarinas & talleristas: Adriana Iturralde, Carmen Collazos y Tania Carafa; Dirección & tallerista: Yumi Tapia Higa; Diseño: Angela Arias; Luces y apoyo interpretativo: Gino Ostuni; Producción: Alejandra García Brito - Verónica Sánchez Salgado; Música: Ariana Tavera y Erick Jiménez Escurra; Fotografía: Immanuel Tagger

 

Una sesión de trabajo colectivo
 

Autora: Tania Delgadillo Rivera

 


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