Jeannette Inchauste (Homenaje) Un coro de hadas y ángeles la reciben entre cantos, risas y cabriolas

 La danza, este arte efímero, me vuelve a convocar con la inquietud que nace de una necesidad de recuperar la memoria, de dejar un registro, en otro lenguaje que no es el corporal, sino en la palabra, esta vez, para despedir y homenajear a una bailarina, maestra, coreógrafa y compañera, Jeannette Inchauste.

Fotografia: Archivo personal, Andanzas

Jeannette, nacida en la ciudad de La Paz el 2 de marzo de 1953, dejó su vehículo corporal este sábado 16 de julio, en la ciudad de Barcelona, donde vivió sus últimos días para unirse al coro de hadas y ángeles que la recibieron entre cantos, risas y cabriolas, para continuar así su danza en otras dimensiones. Su paso por el ballet y la danza en Bolivia ha sido significativo, por su trabajo tanto en el ámbito de la formación, la creación artística, la reposición de obras clásicas, y como gestora fundamental en periodos de la historia de la danza y el ballet en Bolivia, aportando con sólidas bases técnicas y conceptuales, gracias a su formación en danza clásica, coreografía y música contemporánea.

Su paso por instituciones académicas de renombre en Europa (1972-1977), le dieron la solidez para asumir proyectos artísticos y formativos, que es fundamental hoy recuperar para la memoria. Jeannette estudió en el Conservatorio Real de la Moneda de Bruselas (1972), y en el Centro de Europeo de Perfeccionamiento para artistas del espectáculo “MUDRA”, dirigido por Maurice Béjart, en el Instituto Superior de Coreografía y de Cinematografía; danza clásica en la Academia de Arte Coreográfico de Raimond Franchetti, formó parte del Taller de Creaciones Teatrales de la Universidad de Paris VIII, donde obtuvo una Licenciatura en Ciencias y Técnicas Teatrales y Musicales, y en el Instituto de Investigaciones y reestructuraciones electro-auditivas, dirigido por Leo Kupper.

                     Jeannette Inchauste (1970). Gentileza archivo personal de Patricia Galindo. 

Previo a su viaje a Europa, fue bailarina del Ballet Oficial y asistente de Dirección de la compañía nacional. A su retorno, tras la enriquecedora experiencia en la que se codeo con figuras de la danza y música de alto nivel, asumió retos importantes, como ser la creación coreográfica de la primera obra para ballet, “Yamar y Armor” (junio de 1977), compuesta por el destacado compositor boliviano Alberto Villalpando. Sin duda un hito importante para la historia de la danza y la música contemporánea boliviana. Fueron, tanto su formación en música y coreografía, lo que le permitieron traducir al movimiento corporal esta obra, junto a la maestra Melba Zárate.

En la década del 80, con los bríos que le dio su estancia en Europa, continuó dejando rastro, no sólo por su impronta y energía, sino también por su gran sentido del humor que contagiaba a sus entonces colegas bailarines y profesores con quienes compartió algo más de 10 años en el seno del Ballet de Cámara, del cual fue directora, y Directora artística del Ballet Oficial, además de profesora de la Escuela del Ballet Oficial.  Trabajó junto a Norma Quintana y Fernando Ballesteros, como primeros bailarines de la compañía, y con Carmen Castro, Patricia Galindo, Mariela González, Ninoska Oblitas, Carlos Uriarte, Kathia Salazar, Marité Sandrini, Eduardo Jordán, Noreen Guzmán de Rojas y quien escribe este artículo, además de otros artistas, con quienes fue co-gestora de una de las épocas de oro del Ballet Oficial, que se vio fortalecido con el aporte de la Escuela Cubana de Ballet, y enriquecido con las puestas en escena que dirigía Jeannette, en las que participaron artistas solistas de compañías como el SODRE de Uruguay, el Ballet de Camaguey-Cuba, Ballet de Roland Petit de Marsella, entre otros; con los montajes y reposiciones de obras muy significativas como “Amor Brujo”, "Misa Criolla" de Emma Sintani, entre muchas otras importantes obras del repertorio latinoamericano y universal; una época en la que la versatilidad de los bailarines clásicos de la compañía se puso en juego, exponiéndose a estilos, técnicas y géneros dancísticos diversos como el jazz, la danza contemporánea y neoclásica, que permitió Jeannette y dio lugar, gracias a su apertura y gran cultura dancística de las nuevas tendencias en aquel entonces. 

Muchas veces, resonaban risas en las salas de ballet, cuando Jeannette rompía el silencio con alguna broma, con su agudo timbre de voz, en medio la rigidez y los rigores propios del mundo del ballet. Como diría Maurice Béjart: "Si puedes bromear sobre algo muy importante es que has alcanzado la libertad". Quizás su espíritu de libertad le invadía, dejando que abandone, de tanto en tanto, todas las formalidades.

Hoy acompañan los recuerdos, anécdotas de las vicisitudes que ha sabido sortear, junto a sus compañeros en esta aventura de la danza, en las décadas del 70 y 80, en las que ella brilló. Sus destellos, sin duda, han alcanzado a las posteriores generaciones de bailarines que formó, tanto en la Escuela del Ballet Oficial como en su estudio privado “Danza Estudio”, hasta su partida a Barcelona.

¡Vuela, baila, canta y ríe en el cielo! Hoy te rendimos homenaje y honramos tu memoria.

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