ENSAYO HISTÓRICO SOBRE LOS INICIOS DE LA DANZA ESCÉNICA EN BOLIVIA
AMERINDIA, un vestigio, una búsqueda, una senda (*)
Tania Delgadillo Rivera
No cabe duda que la historia tiene un valor intrínseco en la medida de que “el pasado de cualquier grupo de personas se considera como un legado cultural digno de ser valorado” . Documentar, registrar y resguardar información y datos, es y será siempre una tarea fundamental para la construcción de una historia de la danza; sin embargo estas funciones son insuficientes. En el presente trabajo, se asume el estudio de la danza en su vínculo con los diferentes contextos históricos, y en relación con las ideas y actitudes predominantes, en la búsqueda de aportar al conocimiento global de la sociedad, de la cual es con-sustancialmente parte. Con este ensayo, se pretende dar un paso hacia la construcción de una mirada de la historia de la danza en Bolivia, desde un enfoque integral, que incorpore una lectura del contexto socio político de la región, a fin de comprender de mejor manera nuestra historia, sus circunstancias y sus interrelaciones. (* Ver nota al pie)
José María Velasco Maidana |
El Indigenismo en el arte boliviano. Danza y nacionalismo en México y su influencia en la región.
La primera mitad del siglo XX en Bolivia estuvo fuertemente marcada por profundas desigualdades sociales heredadas de la Colonia. El pensamiento nacionalista que se venía gestando ya desde las primeras décadas. A partir de la segunda década del siglo XX, intelectuales y artistas reflexionaban ya sobre la realidad nacional. El pensamiento y sentimiento “nacionalista”, tendrá su correlato en las artes, con el llamado “indigenismo”.
Y en el contexto latinoamericano, la revolución mexicana (1910 -1920), tendrá una enorme influencia como uno de los movimientos más importantes de principios del siglo. De modo que entre las décadas del 30 al 50, en México se tuvo “un periodo impregnado por una atmósfera nacionalista que permeó en el discurso del arte y por ende en el de la danza (…)”.
Así vemos que en 1949 se crea el Ballet de Bellas Artes y entorno a esta compañía, importantes figuras de la danza de México como Guillermina Bravo, Ana Mérida y Amalia Hernández, entre otras y otros, interactúan con músicos de la talla del compositor Carlos Chávez Silvestre Revueltas, componen obras para danza. Participan artistas plásticos como el muralista José Clemente Orozco, en el diseño de los decorados. En los espectáculos se combinaba obras de “danza nacionalista” con obras de danza clásica.
Sentimiento nacionalista. El mundo convulsionado por la Segunda Guerra Mundial. Artistas europeos llegan a América. La introducción del ballet y la danza moderna en Bolivia
La cruda realidad de la Guerra del Chaco en Bolivia ocurrida de 1932 a 1935 alimentó la sensibilidad de intelectuales y artistas, y avivó el sentimiento nacionalista que tuvo su máxima expresión en la Revolución del 52. En las artes, principalmente en la pintura y la literatura se forjaron artistas con una profunda sensibilidad social, creando propuestas estéticas con contenido político. En la danza no se dio un proceso colectivo similar, como ocurrió en las artes plásticas o en la literatura; sin embargo, una obra denominada Amerindia (1940), de José María Velasco Maidana, marcaría un hito fundamental en la historia de la danza en Bolivia, afín con el pensamiento y sentimiento de la época, de la cual nos ocuparemos más adelante.
Mientras, tanto, veamos que ocurría en Europa. El ascenso del totalitarismo en Europa y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) expulsaron a millones de personas hacia destinos distintos de América, entre otros. “Más de 50 millones de europeos fueron deportados, exiliados o expulsados (…). Este proceso denominado “migración forzosa” que vivió Europa, “se extendió desde la Primera Guerra Mundial hasta finales de los años cuarenta” , años en los que varios países americanos recibieron a migrantes europeos, entre ellos artistas e intelectuales. De este modo, las artes en el continente se nutrieron con los aportes de los artistas migrantes europeos, como así también los propios migrantes enriquecieron sus miradas, sus estéticas y propuestas.
Juan Rimsa (1903-1978) fue uno de los artistas que llegó de Europa en 1937. Sobre la vida y obra el artista, existe una vasta información en el marco de este Encuentro, por lo que no me extenderé con detalles. Solo para decir que relacionó con los principales artistas de la época. Más en esta ocasión quiero destacar la amistad cercana que tuvo con la poeta Yolanda Bedregal, pues a través de ella, pensamos, tuvo un cierto acercamiento a la danza. (DIAPO 1)
La poeta tenía no sólo afición por la danza, sino que habría practicado este arte con Valentina Romanoff, una bailarina rusa que llegó a Bolivia por el año 1938 y que fue muy amiga de Bedregal y con quien tomó clases y bailó en varias de sus presentaciones. También rescatamos en este trabajo, el legado que nos ha dejado la poeta con sus escritos sobre danza (poesía, crónicas y críticas) que nos brindan elementos para valorar su aporte y tener una idea sobre su trabajo.
De los escritos de Bedregal, podemos referir que Valentina Romanoff, habría sido la pionera en traer la danza moderna y ballet .
Qué sucedía mientras tanto en Argentina. Hacia fines de la década de 1930 y comienzos de los años cuarenta, la danza moderna se introduce en Buenos Aires, al igual que en México. En México, la danza moderna se inicia con la llegada de dos coreógrafas norteamericanas, Anna Sokolow y Walden . En ambos países, la danza clásica, sin embargo, ya tenía su espacio: En México, existía una Escuela de Danza con las hermanas Nellie y Gloria Campobello (1932). Del 30 al 50 en México se desarrolló “un periodo impregnado por una atmósfera nacionalista que permeó en el discurso del arte y por ende en el de la danza”. En Buenos Aires, el ballet clásico ya se había manifestado y era el Teatro Colón donde ésta se exhibía; y fue allí donde la danza moderna encontró un lugar.
Podemos decir, que a diferencia de Argentina y de México, Valentina Romanoff, la bailarina y profesora rusa, no encontró ninguna escuela de danza clásica en Bolivia, ni mucho menos un grupo de bailarines o estudiantes avanzados con quienes poder crear un grupo o compañía. Su labor fue, introducir el gusto por el ballet y la danza moderna, encontrando eco en Yolanda Bedregal y otras mujeres de gran sensibilidad como Marina Nuñes del Prado, entre otras.
En aquellos años, el ambiente era muy conservador. En Argentina, por ejemplo, relatan algunas historiadoras que: “La danza, en general, no se considera una actividad apropiada para una mujer de la década de 1940”. En Bolivia probablemente haya sido similar el ambiente.
Sobre algunas presentaciones de Romanoff, Yolanda Bedregal . escribió, al referirse a una presentación que realizara la bailarina rusa en La Paz:
“(…) Merece hacer hincapié en ese recital, pues creemos que marca un hito en la trayectoria de la danza en nuestro país.
“(…) Discípula de Marta Graham, la más representativa danzarina moderna, Valentina de Montenegro ha estudiado los nuevos elementos y los ha aplicado con acierto y discreción en cursos”.
“(…) Más o menos el año 1938 vino a Bolivia Valentina Romanoff. Esta artista se presentó por primera vez en La Paz en uno de los “Lunes culturales” que ofrecía el Ministerio bajo la dirección de Gustavo Adolfo Otero.
“(…) Valentina Romanoff presentó algunos números de danza romántica. Se mostró dueña de una técnica fina y de un gusto delicado en la elección y realización. El público quedó entusiasmado y no había quien no preguntase si establecería un curso”.
Así, podemos afirmar que a fines de la década, entre 1938, poco antes del estreno de Amerindia en Bolivia, se inauguraba en la escena de la ciudad, la danza clásica y moderna propiciada por las clases que ofrecía la bailarina rusa, donde las señoritas de sociedad asistían, para “refinar sus movimientos y lograr expresividad”, tal como comenta la hija de Yolanda Bedregal, Rosangela Conitzer: “Yolanda, mi madre, era muy amiga de Valentina Romanoff. En ese entonces no había academias de danza en sí, al parecer. Bailó mucho con Valentina Romanoff, incluso Valentina vivía en la casa de mis abuelos y dio clases en la sala”. Romanoff, quien sería la primera en introducir en el medio paceño, el arte del ballet y la danza moderna, se casó con el escritor, periodista y diplomático boliviano Walter Montenegro y permaneció en Bolivia hasta su fallecimiento (s/f).
Podríamos decir que con Bedregal se tiene uno de los registros más valiosos, referidos a una crítica o valoración sobre la danza de la época. Veamos un fragmento:
“No menos éxito alcanzaron en el Baile Colonial del 39, el Valse de Chela Urquidi, la Contradanza y el Minueto preparados por Valentina con las más bellas muchachas de La Paz. En el Minueto bailó el “solo” Valentina Romanoff. Largo sería enumerar otras actuaciones con el Instituto de Educación Física, Veladas de la Prensa, etc., en que aportó su arte la meritoria profesora. Siguieron luego fundándose otras academias en La Paz, siendo la principal la que dirige Alcira de Rico y Soto, con distinta tendencia y que merecidamente ha alcanzado el rango de Escuela Nacional de Ballet”.
En la década del 50, otra artista rusa que inmigró a Bolivia aparece en escena de la danza, “Ileana Leonidoff, emigrada nacida en Rusia. Con una prolífica carrera en Italia, y sólida formación. Destacada bailarina y coreógrafa, fue fundadora y bailarina principal de la Escuela de Danza del Teatro dell'Opera di Roma. Durante su paso por Bolivia, fue contratada por el gobierno boliviano como directora de la primera Academia Nacional de la Danza, dependiente del Ministerio de Educación y luego directora del Ballet Oficial . Según sus biógrafos, “Leonidoff sentó las bases para el desarrollo del ballet en Bolivia y fue la primera en usar música en vivo en lugar de música grabada en producciones. En 1954, llevó a la compañía boliviana de gira a Lima, Perú (…). Con Leonidoff se inicia la etapa de formación de la danza clásica académica en Bolivia.
Amerindia, un hito en la historia de la danza en Bolivia
Acorde al tiempo que se vivía en algunos países de América, en el año de 1940, la danza tuvo también su expresión dentro del arte nacionalista en Bolivia, con Amerindia, una obra para danza, compuesta y coreografiada por José María Velasco Maidana, un artista boliviano polifacético quien además de músico, compositor, coreógrafo, fue también cineasta y artista plástico. Detalles, ponencias y apreciaciones especializadas sobre su obra musical y cinematográfica, son motivo de otros trabajos. En este caso, nos referiremos únicamente a su obra para danza, En esta obra con argumento, conformada por 7 cuadros, Velasco Maidana reivindicaba las raíces indígenas y mestizas, a la usanza del movimiento surgido en México, caracterizado por la “incorporación de elementos de las danzas autóctonas, por parte de los artistas más destacados del país” .
Velasco Maidana no encontró quizá las condiciones necesarias para continuar componiendo y montando obras para danza, a pesar del éxito tanto en Alemania como en Bolivia, con esta su obra. Amerindia se constituyó en el único intento del artista, en este género, a diferencia de sus colegas artistas en México, donde tanto la danza moderna con identidad, la clásica y la danza folklórica se desarrollaron desde los años 30 hasta alcanzar un notable florecimiento en las décadas siguientes. De haber permanecido en Bolivia Velasco Maidana y de haber existido las condiciones por aquellas épocas (un grupo estable de danza, apoyo estatal, condiciones materiales, etc.), la historia pudo haber sido otra. Brilló sólo una vez para esfumarse en el tiempo. Una propuesta de esa índole y con ese vuelo, en el campo de la danza en Bolivia no tuvo continuadores, más quedó como un vestigio e inspiración para dar paso a otro tipo de danza: la danza folklórica escénica, que fue iniciada por Graciela Urquidi, en 1943, con la fundación de su Academia de Danza y Ballet Chela Urquidi, cuya historia y trayectoria amerita un otro trabajo, investigación que queda pendiente de ser abordada.
De acuerdo a los datos recopilados por Rivera , Prudencio y Saldías , la obra Amerindia fue estrenada previamente en Alemania en 1938 en la Escuela Superior de Música de Berlín, alcanzando un rotundo éxito, mismo que una serie de artículos de prensa de la época lo confirma consultados; a modo de ejemplo se transcribe algunos:
“El éxito alcanzado por el ballet Amerindia sobrepasa todo lo previsto, su consagración se basa en toda la extensa critica que apareció en más de sesenta diarios de Alemania y los cables de las agencias Havas y Associated Press que dieron la noticia y cuya repercusión fueron las extensas crónicas aparecidas en los principales rotativos de Nueva York y Buenos Aires”.
“(…) el ballet Amerindia es una obra de grandes proporciones, donde la música, coreografía y argumento, si bien se refieren a asuntos vernaculares estos se encuentran depurados llegando en su estilización máxima a constituir en una obra moderna y un exponente de las ideas de renovación que sigue su autor (…)
José María Velasco Maidana con el elenco de Amerindia. |
Dos años después (26, de mayo de 1940) en el Teatro Municipal de La Paz, con la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por el propio Velasco Maidana, quien además de la composición musical, creó la coreografía, y diseñó la escenografía. Participaron bailarinas locales estudiantes de ballet, entre quienes se encontraban Marina Núñez del Prado (escultora), Graciela Urquidi (bailarina, coreógrafa y maestra de danza) y Yolanda Bedregal (poeta, novelista y ensayista), artistas que seguirán una fecunda trayectoria cada una en su campo; además figuran en la prensa de la época y en el libro de Rivera, otras jóvenes estudiantes tales como Leonor Lozada, Martha Paz, Lily Ocampo, entre otras. Como primera bailarina de Amerindia, estuvo la vienesa Klary Greiner, a quien Velasco Maidana, según una nota de un diario de la época, habría invitado desde Berlín para interpretar su obra; en la misma nota se menciona a un joven bailarín argentino Andrés Remiszewsky en el papel del Kusillo.
Graciela Urquidi y Yolanda Bedregal, formaron parte del elenco de Amerindia
No cabe duda de que se trata de la obra de danza más significativa de la época. Al respecto un artículo de Yolanda Bedregal sobre esta obra, refiere lo siguiente:
“A base del grupo que preparó Valentina Romanoff pudo realizarse el Ballet “Amerindia” de Velasco Maidana, que batió un record de presentaciones. En Sucre, a pesar de que algunas señoras se resistían a acudir a un espectáculo en que se lucían piernas desnudas , se tuvo tres veces teatro repleto. En Potosí, centro esencialmente artístico, el éxito fue sin restricciones, lo mismo que en Oruro y Cochabamba. En La Paz no se dio el Ballet menos de diez veces. La mayoría de las bailarinas eran alumnas de Valentina. De no haber habido el grupo básico entrenado, difícil hubiera sido conseguir el éxito de Amerindia. Lástima que fue primera y última tentativa de Velasco en esta materia en Bolivia.”
Maqueta |
Para concluir, diremos que en la década del 50, con la creación de la Academia Nacional de la Danza y del Ballet Oficial de Bolivia, empieza una etapa de desarrollo y profesionalización de la danza clásica en este país, cuya historia amerita una investigación detallada, siguiendo el enfoque integral propuesto.
La Paz, 15 de marzo de 2019
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(*) Este trabajo fue presentado por Tania Delgadillo Rivera durante el Encuentro "Artistas en Diálogo: Juan Rimsa y su tiempo", realizado del 25 al 26 de marzo de 2019, en el Espacio Simón I. Patiño, y publicado en la Revista Ciencia y Cultura de la Universidad Católica Boliviana, N° 43, diciembre 2019, vol.23, p.241-248. Ver en https://www.cienciaycultura.ucb.edu.bo/index.php/a/article/view/490
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