MÁS ALLÁ DEL CUERPO



Fotografía: Javier Ishino - Guangdong Modern Dance Company (China) - "Sumeru"

A propósito de las obras presentadas en la inauguración del 5to. Festival Internacional de Danza Contemporánea - Danzénica 2016 (La Paz - Santa Cruz)

(Artículo publicado en el Suplemento Tendencias de La Razón, domingo 16 de octubre de 2016)

Como espectadora y crítica de danza, cuando acudo a una presentación de danza contemporánea, busco con ansias entregarme de manera abierta a una experiencia que me conmueva, que me lleve a una dimensión más allá de la corporalidad, más allá de la materialidad, es decir, voy al encuentro del otro, de su imaginario, de su sensibilidad, de sus emociones. Voy entregada a dejarme sorprender por algo nuevo, abierta a la magia de la danza y el movimiento.

Así me dispuse la noche del martes pasado, cuando asistí al estreno del Festival de Danza Contemporánea “Danzénica”, con gran expectación ya que se había anunciado que tendríamos en escenario a dos compañías importantes, de talla internacional, cada una en su género y especificidad, y de contextos culturales muy distintos: Guangdong Modern Dance Company (China), con la obra Sumeru; y Companhia Siameses (Brasil), con la obra D.G.LO II.

Un privilegio fue el poder experimentar el goce de sentir el fluir de unas energías de alta intensidad, movimientos de una calidad excepcional y eficacia para expresar lo que tenían para transmitirnos, a través de su arte, y de sus propuestas estéticas, aunque distintas entre sí, se podía advertir, con absoluta certeza, que son el resultado de un serio y arduo trabajo. Y me refiero así, en conjunto, a ambas obras presentadas, toda vez que a pesar de ser muy distintas, ambas guardaban esa mística y un nivel profesional y artístico de muy alto nivel.

Fotografía: Javier Ishino - Companhia Siameses (Brasil)
                                                 
Con D.G.LO II, Mauricio de Oliveira director y coreógrafo de la Companhia Siameses, desarrolla un diálogo intenso entre los tres intérpretes, quienes despliegan de manera ininterrumpida una suerte de complicidades y tensiones, en torno a la idea del coreógrafo acerca del proceso de envejecimiento y el paso del tiempo. Utilizando elementos secundarios muy simples (luz, objetos, sonido, vestuario denominados en la danza “propiedades”) y explotando al máximo las posibilidades y recursos expresivos de sus cuerpos, nos brindaron la posibilidad de experimentar algo nuevo, de una búsqueda en lo que se refiere al movimiento y las posibilidades expresivas del cuerpo, y todo en una unidad perfecta que es la obra y en la que está presente el equilibrio entre dominio técnico, interpretativo, sensibilidad y creatividad.

Fotografía: Javier Ishino - Guangdong Modern Dance Company (China) - "Sumeru"
                                                  
Los teóricos de la danza señalan que “los aspectos subjetivos están estrechamente vinculados con  la creatividad”, (Ilda Islas y otros, 2001) dicha expresión me lleva a evocar la obra Sumeru (Fragmentos), de la coreógrafa Liu Qi, de la compañía de China Guangdong, cargada de una exquisita espiritualidad y poética, que de una manera mágica nos condujo por el territorio de la levedad, en un viaje etéreo “en busca del monte Sumeru y la semilla de mostaza”. Los bailarines, con movimientos extremadamente sutiles, en un continuum tántrico, nos transportaron a su mundo interior. Y el regalo de esta noche, se cerró cuando Shen Wei, uno de los bailarines principales de Guangdon, me confesó que su única técnica es su corazón y que la esencia de su trabajo es “hacia adentro, con las emociones, cual meditación”. Porque la danza es más que el cuerpo. No hay vida corporal sin vida imaginaria, y para la danza esta es una actividad liberadora. No hay danza sin un trabajo y mundo interior. 

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